Llevo tiempo con ganas de escribir y hoy no puedo posponerlo más. Retomo el blog después de una temporada larga sin escribir con una cosa importante que contaros.
Desde septiembre del curso pasado rondaba en mi cabeza la necesidad de seguir dando pasos y de valorar si comenzaba a ser el momento de retomar el trabajo remunerado al ir notando que los niños comienzan a no ser tan pequeños. Finalmente decidí pasar ese curso tranquila, sin pretensiones, con lo que fuera saliendo de asesorías y disfrutando de estar en casa, de tener ese tiempo compartiéndolo con mis hijos; porque la infancia de tus hijos no la puedes recuperar, pero el trabajo sí.
Desde septiembre del curso pasado rondaba en mi cabeza la necesidad de seguir dando pasos y de valorar si comenzaba a ser el momento de retomar el trabajo remunerado al ir notando que los niños comienzan a no ser tan pequeños. Finalmente decidí pasar ese curso tranquila, sin pretensiones, con lo que fuera saliendo de asesorías y disfrutando de estar en casa, de tener ese tiempo compartiéndolo con mis hijos; porque la infancia de tus hijos no la puedes recuperar, pero el trabajo sí.
Pero fue un curso en el que personal y familiarmente han sucedido cosas importantes que para este nuevo curso van a ser decisivas...
Oficialmente acabo de salir de cuentas. Semana 38. A partir de ahora en cualquier momento nuestra vida cambiará de un día
para otro. Sí, como oís. Porque aunque no estoy embarazada, a nuestra
familia van a ir llegando bebés a los que vamos a cuidar con todo el amor del
mundo durante una temporada. ¡Somos FAMILIA DE ACOGIDA DE URGENCIA!
En la vida te van sucediendo
cosas que, si estás atento, van marcándote el camino a seguir.
Para contaros qué significa esto y de dónde nace tenemos que remontarnos un tiempo atrás…
Hace ya casi 3 años que comencé a dar mi tiempo para acompañar y ayudar a madres en riesgo de
exclusión social. Madres que llegan embarazadas o con sus bebés a la Asociación Proyecto Miriam en busca de
apoyo y ayuda, no sólo material y económica, sino de sustento y compañía.
Madres luchadoras que están solas y que la vida no las ha tratado bien. Algunos
amigos que están implicados en esta asociación nos pidieron a mí y a una amiga
matrona, ir una vez al mes a hablarles de crianza, de lactancia o de cualquier
tema de maternidad que pudiera ayudarlas o del que estuvieran interesadas. Yo
no sé si lo que les contamos les ayuda, lo que sé es que yo, cada vez que voy,
salgo conmovida por sus vidas, por su lucha y por su sufrimiento. Aprendo a no
juzgar ni por las apariencias ni por las equivocaciones (quien no la cague mil
veces al día que levante la mano). Y me ayuda a valorar y a agradecer todo lo
que tengo. Con algunas hasta se ha creado una relación cercana y un afecto.

Además tenemos la suerte de conocer de cerca unas cuantas familias de acogida, siendo muy atractivo este modo de abrir
la familia a las necesidades de los demás, lo cual no implica que esté exento
de dificultades. Para nosotros todavía no había llegado el momento de
plantearnos en serio la acogida, sin embargo, los niños crecen,
y a raíz de conocer distintas residencias y esta realidad más de cerca, te das
cuenta de que hay mucha necesidad y muy pocas familias dispuestas a acoger (a veces sólo porque no se conoce).
A raíz de ir a las residencias, fuimos conscientes de que no solo hay muchos niños viviendo allí, también hay muchos bebés esperando de una familia el apego fundamental que necesitan los primeros años de vida.
Así conocimos la acogida de urgencia. Un programa que acoge a bebés (de 0-6 años) durante un periodo (6 meses de media) en el que la administración busca la mejor solución para ese niño, ya sea volver con su familia, otro tipo de acogida o la adopción.
Comenzamos a informarnos de este tipo de acogida y descubrimos que cuadraba para nuestra familia, quizás fuera eso para lo que estábamos llamados en este momento. Pues para ser familia de urgencia es necesario tener experiencia en crianza, que uno de los dos no trabaje (porque hay que estar de guardia con disponibilidad absoluta puesto que te llaman de un día para otro para recoger al bebé) y que el menor de tus hijos tenga mínimo 6 años. Vamos que sólo faltaba que pusieran nuestro nombre en la información.
A finales de mayo comenzamos el proceso de idoneidad (a mí me gusta decir que es casi como un embarazo). Un tiempo para informarte, formarte y decidir. Este proceso de idoneidad consta de un curso de 3 días (4 en el caso de la acogida de urgencia), varias entrevistas con psicóloga y trabajadora social, un test de personalidad y, para terminar, la visita a nuestra casa y conocer a nuestros hijos.
Después de todo esto nuestro informe ha sido llevado a pleno, y tras ser considerado favorable nos han dado la idoneidad como familia de acogida de urgencia.
A raíz de ir a las residencias, fuimos conscientes de que no solo hay muchos niños viviendo allí, también hay muchos bebés esperando de una familia el apego fundamental que necesitan los primeros años de vida.
Así conocimos la acogida de urgencia. Un programa que acoge a bebés (de 0-6 años) durante un periodo (6 meses de media) en el que la administración busca la mejor solución para ese niño, ya sea volver con su familia, otro tipo de acogida o la adopción.
Comenzamos a informarnos de este tipo de acogida y descubrimos que cuadraba para nuestra familia, quizás fuera eso para lo que estábamos llamados en este momento. Pues para ser familia de urgencia es necesario tener experiencia en crianza, que uno de los dos no trabaje (porque hay que estar de guardia con disponibilidad absoluta puesto que te llaman de un día para otro para recoger al bebé) y que el menor de tus hijos tenga mínimo 6 años. Vamos que sólo faltaba que pusieran nuestro nombre en la información.
A finales de mayo comenzamos el proceso de idoneidad (a mí me gusta decir que es casi como un embarazo). Un tiempo para informarte, formarte y decidir. Este proceso de idoneidad consta de un curso de 3 días (4 en el caso de la acogida de urgencia), varias entrevistas con psicóloga y trabajadora social, un test de personalidad y, para terminar, la visita a nuestra casa y conocer a nuestros hijos.
Después de todo esto nuestro informe ha sido llevado a pleno, y tras ser considerado favorable nos han dado la idoneidad como familia de acogida de urgencia.
Por eso, hoy, que acaban de
llamarnos dándonos la noticia, puedo decir que “he salido de cuentas”. Igual
que el día que vinieron a casa, por un lado suspiras tranquila porque todo ha
ido bien, pero por otro comienzan los nervios porque ahora va en
serio y no hay vuelta atrás. A partir de ahora, en cualquier momento, pueden
llamarnos para ir a recoger a un bebé.
Nuestros hijos están encantados (y no es porque yo lo diga),
deseosos de tener un bebé en casa, pues les encantan los bebés y ya llevaban tiempo preguntando que por
qué no venía otro hermanito. Ahora no sólo va a venir un hermanito, vendrán
varios, uno detrás de otro.
La acogida es una forma de vida.
Y nuestra vida y nuestra familia siempre se ha caracterizado por eso. Al
primero que se acoge es al marido (o a la mujer), luego a los hijos, y luego la
casa y la vida se va abriendo a las necesidades de los demás: organizas cenas,
comidas, meriendas improvisadas con amigos; cuidas unas horas al bebé de una
amiga porque tiene que trabajar y no tiene con quién dejarlo; acoges unos días
a una chica que viene del extranjero y se queda a dormir en tu casa, dedicas tu
tiempo a los demás…
Ahora abrimos nuestra casa a esta
necesidad concreta que se nos ha puesto delante. Podríamos mirar para otro lado
o poner mil objeciones (que podría haberlas: pensar que no es para nosotros,
que no es el momento, que no somos capaces, que tenemos 3 niños pequeños…) Pero nosotros preferimos ir viendo
las señales que nos han ido llevando a ello, valorarlo, pensarlo y finalmente
decir…
¿y por qué no?
Si quieres saber más sobre qué es
la acogida y sus distintas modalidades aquí tienes varios enlaces que te pueden ser de gran utilidad: