jueves, 5 de mayo de 2016

¿Leche materna o leche de fórmula?

¿Estás embarazada y te estás planteando dar el pecho o biberones a tu bebé?¿Quieres conocer las diferencias entre la leche materna y la leche de fórmula?
¡Sigue leyendo!
Alimentar a tu bebé es más sencillo de lo que te imaginas. Somos mamíferos, y como tales, estamos hechos para amamantar. Cuando estamos embarazadas nuestro cuerpo se encarga de proporcionar a nuestro bebé todo lo que necesita. Y entre la semana 16 y 22 de gestación, nuestro pecho empieza a generar calostro ante la posibilidad de un nacimiento prematuro, para que esa pequeña vida tenga el alimento que necesita y pueda sobrevivir. ¡Fijaos qué maravilla! 
La lactancia materna es la continuación del proceso natural de reproducción. Cuando el bebé nace, necesita tener cerca su fuente de alimento, por eso necesita estar cerca de su madre, para avisarle cuando tiene hambre.
Pero en la actualidad, en cuanto a nutrición se refiere, también existe la leche de fórmula. A la hora de decidir cómo alimentar a tu bebé debes considerar los pros y contras de cada una de ellas.

Leche materna
Biológicamente, lo natural es amamantar. La leche materna es el alimento ideal para tu bebé. Por ello, debería ser la primera opción a tener en cuenta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEPED), la Academia Americana de Pediatría (AAP), la Asociación Dietética Americana (American Dietetic Association, ADA) recomiendan la lactancia materna como mejor opción para alimentar a tu bebé.
La OMS y la AEPED recomiendan la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, la introducción de alimentos apropiados y seguros a partir de esta edad, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más si la madre y el bebé así lo desean.
Nuestro cuerpo sabe cuánta leche debe producir en cada momento. La leche de cada toma es única. Es un fluido vivo adaptado a cada bebé que evoluciona de acuerdo a las necesidades alimenticias del bebé a lo largo del día, según su edad y según sus necesidades específicas.
Las ventajas de la leche materna son innumerables: físicas, psicológicas, inmunológicas y económicas, tanto para el bebé como para la madre. Aquí puedes profundizar en todos los beneficios que aporta a tu bebé. Y próximamente profundizaremos en las ventajas para la madre.

La leche materna se digiere más fácilmente, por eso, un bebé recién nacido necesita mamar frecuentemente. El bebé es el que regula la cantidad de leche que sale y que necesita comer. Un bebé no tiene que llegar a llorar para que nosotros le demos de comer. Antes del llanto hay muchas señales que nos dicen que tiene hambre: se lleva las manos a la boca, mueve su carita buscando la fuente de alimento, empieza a quejarse y, finalmente, llora. 


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Inconvenientes de la lactancia materna
A pesar de ser la mejor opción nutricional, para algunas madres puede ser todo un desafío. A veces, se necesita mucha paciencia y persistencia, pero generalmente, a la larga, los esfuerzos compensan con creces, tanto para la madre como para el bebé.
Las preocupaciones más frecuentes de las madres, sobre todo durante las primeras semanas o meses de lactancia, son:
  • Incomodidad y molestias. Al principio, como ocurre con cualquier habilidad nueva, para algunas mujeres amamantar puede ser difícil, estresante o doloroso. El punto fundamental es que la lactancia no debe doler. Con buena información, apoyo y práctica, la mayoría de madres superan esta etapa.
  • Tiempo invertido y frecuencia de las tomas. La lactancia materna exige tiempo y dedicación por parte de la madre. Pero ocurre lo mismo si tienes que preparar biberones. A algunas mujeres les preocupa que, debido al horario de las tomas, la lactancia no les permita ir de compras, viajar o que pueda crearles problemas en el trabajo. Si tu bebé está contigo, recuerda que la leche materna siempre está lista para consumir y no importa si pasas más tiempo fuera de casa del previsto, siempre tendrás comida para tu bebé. Y si tienes que dejarle con alguien que le cuide, siempre podrás extraerte tu propia leche.
  • Dieta. La leche materna cambia de sabor según los alimentos que tomemos, pero no es necesario tener una dieta específica durante la lactancia. Al igual que durante el embarazo, el bebé ya se ha familiarizado con los sabores de los alimentos que comemos. Pero sí es importante limitar el consumo de cafeína, sustancia que puede provocar inquietud e irritabilidad en los bebés. Por supuesto, no debemos consumir alcohol ni drogas. Una cantidad de los mismos le llegará al bebé a través de la leche materna.
  • Cirugía mamaria. Las mujeres que se han sometido a cirugía mamaria no deberían tener dificultades para producir leche si en la intervención no han sido dañados los conductos mamarios. Deberán exponer sus preocupaciones a su médico y pedir consejo a un especialista en lactancia.
  • Trastornos médicos y consumo de medicamentos de la madre. Si una mujer no está segura de si puede amamantar a su bebé porque padece determinada enfermedad o toma algún medicamento, debería preguntárselo a su médico o a un especialista en lactancia. Ante cualquier duda os recomiendo consultar e-lactancia.org web desarrollada por un equipo de pediatras que han investigado sobre el efecto de los medicamentos y algunos tratamientos sobre la lactancia materna.


Leche de fórmula
La leche de fórmula para recién nacidos está hecha a base de leche de vaca o de soja. Está específicamente diseñada para combinar las vitaminas, proteínas, azúcares y grasas que tu bebé necesita. Sin embargo, la leche de fórmula está lejos de reproducir la complejidad de la leche materna y no contiene los anticuerpos que ésta posee, no protegiendo igual contra infecciones y otras enfermedades.
La lactancia artificial permite a otros miembros de la familia o cuidadores participar de la alimentación del bebé. Una madre que alimenta a su bebé con leche de fórmula tiene la libertad de dejar al pequeño con el padre u otro cuidador sabiendo que lo podrán alimentar durante su ausencia. Pero recuerda que siempre puedes extraerte tu propia leche.

Si decides dar biberones a tu bebé, ten en cuenta la economía familiar. La leche de fórmula supone un alto coste económico.
Dar biberones conlleva mayor tiempo de preparación y de limpieza. Si el bebé tiene hambre y llora, se impacientará aún más si su comida todavía no está lista y no tiene quién le consuele mientras tú le preparas el biberón, tendrás que tenerle en brazos mientras lo preparas u oírle llorar desde donde esté. Además debes llevar siempre todo el kit (biberón, agua caliente, fórmula). Tanto como vayas a necesitar según el tiempo que vayas a estar fuera de casa.

Los cuidados que debes tener al preparar la leche de fórmula son la calidad del agua que utilizas y nunca cambiar las proporciones recomendadas por el fabricante. Cualquier cantidad de leche artificial que quede en el biberón después de una toma debe desecharse. 


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Aunque decidas alimentar a tu bebé con lactancia artificial, tu hijo tiene las mismas necesidades y debe ser alimentado a demanda y con apego.

  • A demanda, es decir, sin horario. Debes identificar las señales de hambre para saber cuándo alimentar a tu bebé. Y aunque le hayas preparado una cantidad determinada de leche, quizás en esa toma no tenga tanta hambre y no se acabe el biberón. O quizás haya dormido un poco más de lo normal y tengas que prepararle unos mililitros de más. Aprende a escucharle, tú bebé sabe cuánta hambre tiene. Lo importante no es lo que come en cada toma, sino la cantidad total de alimento a lo largo del día. La leche de fórmula es más difícil de digerir, por lo que tu bebé puede estar periodos de tiempo más largos sin comer. Por eso no le fuerces y no le llenes demasiado.
  • Con apego. Si decides dar leche de fórmula a tu bebé, no renuncies al placer de alimentarlo. Aunque en algunos momentos otras personas puedan ayudarte en su alimentación, a tu bebé le encanta estar contigo, sentirte cerca, olerte, que le abraces. Podrás establecer un vínculo emocional con tu bebé igual de fuerte que si le dieras el pecho. Prueba a darle el biberón como si le estuvieras amamantando. Las tomas serán un momento de gran conexión e intimidad. Cógelo cerca de ti, si puede ser piel con piel mejor, con su mejilla rozando tu pecho. Y déjale que disfrute de la comida. La leche del biberón sale a más velocidad que en el pecho, el bebé tiene que tragar más rápido y casi no puede descansar para respirar, por eso, muchas veces cuando vemos a un bebé tomar el biberón decimos que “come con ansia”. Para que esto no suceda, ofrécele el biberón durante un par de succiones, deja que descanse para respirar y vuelve a ofrecérselo, de manera que imite la succión al pecho. Seguramente tarde un poco más en terminarse el biberón, pero merece la pena intentarlo. Tu bebé te lo agradecerá.

Ahora ¡tú decides!

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