viernes, 27 de mayo de 2016

¡Es mío!

Entre niños pequeños es frecuente que se generen disputas por las cosas con las que están jugando. Basta que uno coja algo para que otro lo quiera. Esto a los padres nos genera gran tensión y nos hace mediar entre los niños. Queremos evitar los conflictos entre ellos, queremos ser los jueces que pongan orden. Pero a la vez nos sentimos observados y juzgados por los otros adultos que observan nuestra intervención. Y, a veces, pensamos, ¿lo estaré haciendo bien?

Pixabay
Como podéis imaginar, con tres hijos pequeños las peleas entre hermanos son frecuentes. Y es habitual que los padres culpemos a los mayores y defendamos a los pequeños. ¡Pobrecitos! ¡Cómo son pequeños! Pero no siempre son los mayores los que quitan las cosas a los pequeños. Los pequeños no son tontos, saben lo que les gusta y saben defender lo suyo o lo que quieren.
Observando a los niños, poco a poco empiezas a comprenderlos. Son niños y no saben compartir. Saben lo que es suyo, lo que acaban de coger, cuál es su juguete favorito y lo bien que se lo están pasando en ese momento.

Imagina que estás tranquilamente en la sala de espera del médico leyendo un libro. Al rato de estar allí alguien se sienta a tu lado y te quita el libro sin más. A esa persona le ha parecido muy interesante y no puede resistir leerlo en ese mismo momento en el que está tan aburrido esperando. ¿Cómo te quedarías? ¿Te gustaría? Seguramente hubiera sido más amable entablar una educada conversación preguntándote qué tal está el libro que estás leyendo.

Cuando algo similar le pasa a tu hijo con sus juguetes en el parque, ¿Qué haces? ¿Cómo lo “solucionas”? ¿Eres de los que rápidamente dice “hijo, tienes que compartir, déjaselo al niño” y casi se lo quitas de las manos?. O le dices, “cuando hayas jugado un ratito se lo prestas”. Incluso sería mejor intentar que jugaran juntos si el juego lo favorece, o decirle al otro niño “espera un poquito, acaba de cogerlo él, cuando acabe te lo presta”.

Cuando un niño no quiere prestar algo, hay que respetarlo y entenderlo. Pedir a un niño menor de tres-cuatro años que comparta, es ir en contra de su maduración. No están aún preparados para entender que si dejan algo a otra persona se lo van a devolver. Ellos creen que si les quitan algo va a ser para siempre.

Solemos obligarles a compartir porque creemos que es lo que se espera de ellos y, sobretodo, de nosotros. Muchas veces les obligamos a compartir sus cosas más preciadas con niños que ni siquiera conocen, cuando nosotros no compartimos nuestra cartera, nuestra pareja, ni las cosas que para nosotros son más valiosas. Ellos compartirán cuando entiendan que se lo van a devolver.

A ser generosos se aprende. Los niños aprenderán a compartir viendo a sus padres y a la gente que tienen a su alrededor hacerlo. Como con casi todo en la vida, se aprende con el ejemplo y no con el discurso.

Pixabay

Si tu hijo ya tiene más de 4 años y no comparte nada, es posible que las personas de su alrededor se aferren a sus cosas. Intentad que os vea compartir y ser generosos con las personas que tenéis a vuestro alrededor. Habladle de las ventajas que tiene: podrá jugar con más niños que compartirán sus cosas con él, pudiendo disfrutar de más juguetes que a él le gustan y estará más contento.

Pero sobre todo, respetadle siempre y valorad cualquier gesto por pequeño que os parezca. Cualquier gesto debe ser reconocido y agradecido.

Entre hermanos, no es necesario comprar varias cosas iguales para que cada uno tenga lo mismo y no peleen. Tened juegos con los que puedan y tengan que jugar juntos. Esto les enseñará a jugar con otros, a esperar turno, a hacer pactos. Y por supuesto, podrán disfrutar de más cosas al poder usar las de sus hermanos.

Pixabay
Si se pelean mucho por algún juguete, requísalo y pídeles que lleguen a un acuerdo.

No es necesario que quieran compartirlo todo. Pueden tener algunas cosas de uso exclusivamente personal, además siempre tendrán preferencia por alguna cosa diferente.

Y por último, hay que enseñarles también la importancia de respetar lo ajeno, para que respeten lo mío, como base del compartir. Y también hay que aceptar que no todo el mundo es igual de generoso y deben experimentar las consecuencias.

Pixabay
Cuando ellos quieren algo que está “sin dueño” en el parque: una moto, una pelota, un cubo, etc.; podríamos actuar de dos formas.
La primera y más adecuada sería decirle:
- ¿Esta pelota es tuya?
- No
- Pues si quieres jugar con ella, deberías pedir permiso  a su dueño. Si quieres te ayudo a buscarlo.
Así aprenden que cuando las cosas no son suyas hay que pedirlas, y si no se las quieren prestar, deben aceptarlo y/o entenderlo.
La otra opción si no encuentras al dueño es decirles: “Cógelo, si viene su dueño le preguntas si puedes jugar con ello, y si no te deja, tienes que devolvérselo”.

Usemos el sentido común. No esperemos que nuestros hijos compartan de forma espontánea desde que nacen, porque lo más probable es que no sea así. Genera un entorno donde se comparta y se sea generoso. Enséñale el respeto hacia las cosas de los demás y, sobretodo, no le obligues ni critiques porque no quiera compartir. Si les obligas, puedes crear el efecto contrario.

Este es el camino para que tus hijos aprendan a compartir de verdad y no porque tú se lo dices.


Ahora te toca a ti: ¿Compartes este post?




jueves, 19 de mayo de 2016

¡Necesito más TIEMPO!

¿Quién no ha tenido la sensación de ir todo el día corriendo y de no estar disfrutando de las cosas que hace?

Las prisas no son buenas consejeras. ¿Cuántas veces hemos intentado hacer algo con prisa y nos ha salido fatal? Intentamos preparar una comida en poco tiempo y no nos queda tan buena como otras veces, se nos olvida algún ingrediente o queda poco hecha. Cada cosa tiene su tiempo, a veces podemos apresurar lo que hacemos, otras no.

Pixabay
En ocasiones pienso que nos gusta vivir así, con prisa y estresados. La frase más repetida en la puerta del cole es: - ¿Qué tal? - Bien, corriendo
Pero cuando llega la noche, nos sentamos en el sillón agotados y ¿qué nos queda a parte del cansancio? La sensación de no haber disfrutado de las cosas que hemos hecho.

El tiempo es el mejor regalo. Nos quejamos porque nos falta tiempo para hacer cosas y nos gustaría que los días tuvieran más horas. Creo que a veces nuestra queja no siempre es por falta de tiempo (a veces sí), es más porque la prisa no nos deja disfrutar de lo que hacemos. La vida pasa y yo no quiero perdérmela.

Considero que muchos de los enfados de nuestros hijos son causados por nuestra prisa, nuestro cansancio y nuestra pretensión de que hagan lo que nosotros queremos. Y nos podríamos ahorrar muchas pataletas (las rabietas dan para hablar en otro post). Nuestro mundo de adultos, hiperexigente y atareado, no tiene nada que ver con el mundo de los niños, y nos cuesta entenderlo. Queremos que los niños lleven nuestro ritmo de vida, que ellos se adapten a nosotros. Y nosotros también debemos adaptarnos a ellos. Debemos comprenderles más, ponernos en su lugar de niños, respetar su desarrollo y no pretender que se hagan mayores antes de tiempo. La infancia dura muy poco, no la acortemos. Hay que educarles en la puntualidad y en la responsabilidad, pero ya tendrán tiempo de ser adultos. Ahora les toca disfrutar de las cosas, sorprenderse, descubrir, ensimismarse con lo que hacen (a nosotros también, no se nos olvide)

¿Por qué cuando nos hacemos mayores se nos olvidan estas cosas tan importantes? ¿Somos conscientes de lo que nos estamos perdiendo y de lo que les estamos haciendo perder?

Yo no quiero perderme la sorpresa de la cara de mis hijos cuando ven un insecto, su sonrisa cuando te ven al despertar, sus besos, sus abrazos, etc. pero tampoco quiero perderme sus enfados y sus rabietas. Quiero disfrutar de ellos como son ahora, quiero entenderles y quiero conmoverme de las pequeñas cosas con ellos.

Si para nosotros, que entendemos que hay que cumplir unos horarios y cumplir unas obligaciones, nos cuesta ir corriendo, ¡imaginaos a nuestros hijos que no lo entienden! Ellos simplemente nos siguen el ritmo porque se fían de nosotros que somos los que más les queremos en el mundo. Quizás es mejor organizarnos y prepararse 10 minutos antes, que ponernos a gritar y a meter prisa porque no llegamos.

Siento que la frase “es más importante dedicarles tiempo de calidad”, es una verdad a medias. Quizás justificándonos, porque realmente no tenemos más tiempo para estar con ellos y, es preferible, que el poco tiempo que estamos con ellos sea de calidad y no de gestión familiar: “Corre que a las 6 tenemos fútbol, y cuando lleguemos rápido a bañarte que tienes que hacer los deberes. Vamos a cenar que se hace tarde y a las 9:30 tienes que estar durmiendo”.

Pero también es importante dedicarles cantidad de tiempo. ¿Cuándo has estado con ellos sin hacer nada? ¿Preguntándoles cómo están y cómo se sienten y no diciéndoles lo que tienen que hacer o lo que toca ahora?

La otra noche mi hijo pequeño no podía dormirse y tuve que quedarme en la cama con él para que se durmiera. A priori a mí me hubiera encantado que se durmiera pronto y tener mi momento de descanso, poder estar con mi marido tranquilamente en el sillón, ver una película o leer. Pero, intentaba levantarme de la cama y se despertaba diciendo “mami, no te vayas”. Al principio, como no era lo que a mí me apetecía en ese momento, me dio rabia. Pero me di cuenta que ante los imprevistos tenemos dos opciones. Quedarnos con nuestro enfado porque las cosas no salen como queremos. O intentar disfrutarlas. ¡¿Y qué hay más “disfrutoso” que dormirte al lado de tu pequeño, oliendo a bebé, acariciando su pelo y contemplando lo bello que es?! También es otra forma de descansar, y no es mejor ni peor de lo que yo había pensado; ¿o a lo mejor sí?



Os animo a intentar disfrutar de cada cosa que hagáis. Aunque sigamos estando atareados y tengamos momentos de agobio y prisa, intentad dejar a un lado aquello que nos quita tiempo para cosas importantes, como dejar el móvil durante las comidas, mirar a nuestros hijos a la cara cuando les hablamos, tumbarnos con ellos sin hacer nada, disfrutar jugando con ellos y simplemente disfrutar del momento. ¡Y veamos qué sucede!




¿Quieres intentarlo?



jueves, 12 de mayo de 2016

Amamantar, lo mejor para MAMÁ

Pero, ¿sabías que también tiene beneficios para tu salud?
¡Sí! Amamantar también tiene muchos beneficios para las mamás, a corto y a largo plazo.

¿Quieres descubrirlos todos? Aquí los tienes.

1. Rápida recuperación postparto. La succión del bebé incrementa la producción de oxitocina, hormona que ayuda a reducir el sangrado postparto y a contraer el útero para que vuelva a su tamaño, haciendo que el cuerpo de la mujer vuelva a la normalidad y se recupere más pronto.
2. Ayuda a perder peso de forma natural y a recuperar la figura más deprisa. Dar de mamar consume un gasto aproximado de 500 calorías al día, lo que ayuda a la mamá a perder peso más rápidamente después del embarazo. Pero amamantar también suele producir mucha hambre: no debes “comer por dos” sino alimentarte de forma saludable cubriendo las necesidades calóricas necesarias de este momento.


Pixabay

3. Previene y mejora la depresión postparto. Durante la lactancia materna los niveles de oxitocina son elevados, generando en la madre sentimientos positivos, como amor, apego y felicidad; de modo que nos hacen menos propensas a padecer depresión postparto y ayuda a establecer el apego materno con nuestro bebé. Ayuda a la madre a ganar seguridad y confianza en sí misma sobre su capacidad para cuidar de su hijo. Amamantar es mucho más que una forma de alimentar, es también una forma de criar y vincularse con el bebé. Por eso, esta interacción que se genera entre mamá y bebé durante la lactancia, ayuda a las madres que se encuentran en procesos de depresión.


Pixabay

4. Reduce el riesgo de osteoporosis. Estudios recientes asocian la lactancia con un menor riesgo de osteoporosis y una posible disminución del riesgo de fractura de cadera a partir de la menopausia. Según el Dr. William Sears, autor de "El libro de la Lactancia Materna" (The Breastfeeding Book), las mujeres que no dan de mamar tienen un riesgo cuatro veces mayor de padecer osteoporosis.
5. Reduce el riesgo de cáncer de mama. El uso fisiológico de la glándula mamaria durante la lactancia, es un gran factor protector frente a este tipo de cáncer. En el caso mujeres que han amamantado con uno de los senos solamente, aquél que no ha sido utilizado tiene mayor probabilidad de presentar cáncer que el seno que sí participó de la lactancia. Según la Academia Americana de Pediatría, las posibilidades de padecer cáncer de mama se reducen en un 4.3% cada año que das de mamar, y contra más años de tu vida lo hagas (con diferentes bebés), es mayor el beneficio.



6. Reduce el riesgo de cáncer de útero y de ovario. Se ha observado que este tipo de cáncer se presenta menos frecuentemente en mujeres que han amamantado.
7. Ahorro económico. La leche materna es gratis y la leche de fórmula es bastante costosa, por lo que el ahorro es considerable. ¿Has calculado alguna vez el gasto que supone dar leche de fórmula? Si un bote de leche cuesta entre 10€ y 30€ (según la marca que utilices), dar de mamar te puede ahorrar entre 40€ y 100€ por mes. El coste total puede ser de más de 600€ durante los primeros 6 meses de lactancia exclusiva. A esto debes sumarle los biberones y demás artículos que utilizas para preparar la leche artificial.


8. Ahorro de tiempo. Siempre está lista y disponible para tomar. No hace falta preparación ni recipientes especiales, está a la temperatura ideal y el bebé sabe la cantidad que necesita.
9. Favorece el descanso. Las tomas nocturnas son más fáciles por dos motivos. El primero, no hay que levantarse a prepararlo. El segundo, la prolactina, hormona que estimula la producción de leche, tiene un efecto relajante en la madre y el bebé, esto hace que el bebé mame prácticamente dormido y la madre se duerma más fácilmente tras la toma.




10. Más tiempo sin tu menstruación. Al amamantar, los niveles de prolactina aumentan impidiendo la ovulación (amenorrea). Las madres que dan de mamar, de forma exclusiva y a demanda, suelen tardar meses en menstruar nuevamente y, en algunos casos, hasta que se finaliza la lactancia. Pero la duración de este beneficio depende no sólo de cuánto tiempo amamantes y de la cantidad que consuma tu bebé, puesto que a algunas mujeres que amamantan de forma exclusiva y a demanda se les restablece la menstruación a los pocos meses. También puede variar en cada nueva lactancia.
11. Mayor reserva de hierro. Debido a que no tienes la menstruación por meses, tu cuerpo mantiene mayor nivel de hierro (debido a que durante la menstruación pierdes tus reservas). Esto previene la anemia y mejora la calidad de tu leche materna.


¿Se te ocurre alguna ventaja más?











Fuentes:
Academia Americana de Pediatría
Asociación Española de Pediatría
OMS
Liga de la Leche


lunes, 9 de mayo de 2016

Lo mejor para tu bebé

Todos hemos oído alguna vez que la lactancia materna es el mejor alimento, el más equilibrado y el que contiene todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo del recién nacido. 
La mayoría de los estudios científicos y organismos nacionales e internacionales coinciden en que los beneficios de la lactancia materna son innumerables para el bebé, para la madre e incluso para la sociedad y el medio ambiente, debido a que, por ejemplo, se ahorra energía y se generan menos residuos (menos plásticos y caucho de los biberones y tetinas, cartón y papel de etiquetado, vidrio y envases, etc.).


Aquí tenéis los beneficios para los bebés con todo detalle para que profundicéis un poco más en el tema.


    1. La leche materna siempre está disponible y lista para tomar.

2. La leche materna no cuesta dinero. Además, incrementa los recursos de la familia (o por lo menos los mantiene) y de la sociedad. Gracias a sus propiedades inmunitarias y a los anticuerpos que contiene, los bebés amamantados enferman menos, lo que implica menos visitas al pediatra y menor gasto en medicamentos. Asimismo, las mujeres que amamantan a sus hijos tienen que faltar menos al trabajo para cuidarlos cuando se ponen enfermos.

3. Proporciona los nutrientes necesarios en la cantidad y temperatura adecuados. La leche materna ofrece la combinación ideal de nutrientes para el bebé, incluyendo las vitaminas, proteínas y grasas que necesita. Su composición cambia conforme crece el bebé, de modo que satisface las necesidades en sus diferentes etapas de desarrollo. 

4. Los componentes de la leche materna son fácilmente digeribles por el sistema digestivo, todavía inmaduro, del recién nacido. Esto previene problemas digestivos en el bebé tales como cólicos, estreñimiento o diarrea.

5. Protección contra enfermedades infecciosas y crónicas. La leche materna contiene anticuerpos, favoreciendo el buen funcionamiento del sistema inmunitario de tu bebé, aumentando sus defensas contra las infecciones y disminuyendo la proliferación de microorganismos nocivos. Pero lo más importante es que los anticuerpos que contiene provienen de la madre, transmitiéndose específicamente aquellos que le permiten combatir las enfermedades a las que el bebé está expuesto en su medio ambiente. Por eso, la nutrición en las primeras etapas de la vida del bebé es determinante en el desarrollo de su sistema inmune.
La lactancia materna exclusiva reduce la mortalidad infantil por enfermedades de la infancia y favorece un pronto restablecimiento en caso de enfermedad.

6. Reduce la predisposición a enfermedades respiratorias. Los bebés que se alimentan con leche materna exclusivamente durante los primeros seis meses de vida tienen menos infecciones en el oído y enfermedades respiratorias, incluyendo asma.

7. Previene las alergias. Los bebés alimentados con leche materna también sufren menos alergias a alimentos, factores ambientales y alergias en la piel. Según La Liga de la Leche, la lactancia materna previene las alergias por dos razones:

a. El bebé está expuesto a menos alérgenos en los primeros meses de vida.
b. La cubierta protectora que ofrece el calostro evita que potenciales alérgenos penetren el sistema del bebé.

8. Disminuye el riesgo de desarrollar obesidad. Como la leche materna contiene los nutrientes que el bebé requiere y la cantidad consumida es autorregulada, tiene mejores probabilidades de aumentar el peso justo y comer únicamente la cantidad necesaria. 

9. Disminuye el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). Os dejo este estupendo artículo sobre lo que es el SMSL. 

10. La variedad de sabores que recibe el bebé en la leche maternasegún la alimentación de la madre, preparan al niño para aceptar mayor variedad de alimentos. 

11. Favorece el correcto desarrollo de la mandíbula, los dientes y el habla. El acto de succión contribuye al avance de la mandíbula del bebé alcanzando una posición apropiada alrededor de los 8 meses. Si esta succión se realiza con tetina, los movimientos que realiza el bebé son más pasivos y los músculos de la mandíbula no se desarrollan tanto. Es por ello que una correcta succión y deglución son de vital importancia para el óptimo desarrollo de las estructuras orofaciales y así prevenir alteraciones del lenguaje.

12. Crea un fuerte vínculo madre-hijo. Cubre las necesidades de apego y seguridad del niño que favorecen su autoestima y la relación con su madre. Muchas madres disfrutan enormemente de la íntima conexión que establecen con sus bebés cuando los amamantan. Y el contacto piel con piel puede contribuir a afianzar el vínculo emocional que se establece entre ellos.

Pixabay

  13. Bebés con un mejor desarrollo sensorial y cognitivo. Algunos estudios sugieren que los niños alimentados exclusivamente con leche materna tienen  un coeficiente intelectual ligeramente más alto que el de los niños alimentados con leche de fórmula. No sería justo decir que son más listos, pero sí podríamos decir que tienen la capacidad de desarrollar naturalmente todo su potencial.
Pixabay


Si yo fuera tu bebé, ¡no lo dudaría!














Fuentes:



jueves, 5 de mayo de 2016

¿Leche materna o leche de fórmula?

¿Estás embarazada y te estás planteando dar el pecho o biberones a tu bebé?¿Quieres conocer las diferencias entre la leche materna y la leche de fórmula?
¡Sigue leyendo!
Alimentar a tu bebé es más sencillo de lo que te imaginas. Somos mamíferos, y como tales, estamos hechos para amamantar. Cuando estamos embarazadas nuestro cuerpo se encarga de proporcionar a nuestro bebé todo lo que necesita. Y entre la semana 16 y 22 de gestación, nuestro pecho empieza a generar calostro ante la posibilidad de un nacimiento prematuro, para que esa pequeña vida tenga el alimento que necesita y pueda sobrevivir. ¡Fijaos qué maravilla! 
La lactancia materna es la continuación del proceso natural de reproducción. Cuando el bebé nace, necesita tener cerca su fuente de alimento, por eso necesita estar cerca de su madre, para avisarle cuando tiene hambre.
Pero en la actualidad, en cuanto a nutrición se refiere, también existe la leche de fórmula. A la hora de decidir cómo alimentar a tu bebé debes considerar los pros y contras de cada una de ellas.

Leche materna
Biológicamente, lo natural es amamantar. La leche materna es el alimento ideal para tu bebé. Por ello, debería ser la primera opción a tener en cuenta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Asociación Española de Pediatría (AEPED), la Academia Americana de Pediatría (AAP), la Asociación Dietética Americana (American Dietetic Association, ADA) recomiendan la lactancia materna como mejor opción para alimentar a tu bebé.
La OMS y la AEPED recomiendan la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses, la introducción de alimentos apropiados y seguros a partir de esta edad, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más si la madre y el bebé así lo desean.
Nuestro cuerpo sabe cuánta leche debe producir en cada momento. La leche de cada toma es única. Es un fluido vivo adaptado a cada bebé que evoluciona de acuerdo a las necesidades alimenticias del bebé a lo largo del día, según su edad y según sus necesidades específicas.
Las ventajas de la leche materna son innumerables: físicas, psicológicas, inmunológicas y económicas, tanto para el bebé como para la madre. Aquí puedes profundizar en todos los beneficios que aporta a tu bebé. Y próximamente profundizaremos en las ventajas para la madre.

La leche materna se digiere más fácilmente, por eso, un bebé recién nacido necesita mamar frecuentemente. El bebé es el que regula la cantidad de leche que sale y que necesita comer. Un bebé no tiene que llegar a llorar para que nosotros le demos de comer. Antes del llanto hay muchas señales que nos dicen que tiene hambre: se lleva las manos a la boca, mueve su carita buscando la fuente de alimento, empieza a quejarse y, finalmente, llora. 


Pixabay
Inconvenientes de la lactancia materna
A pesar de ser la mejor opción nutricional, para algunas madres puede ser todo un desafío. A veces, se necesita mucha paciencia y persistencia, pero generalmente, a la larga, los esfuerzos compensan con creces, tanto para la madre como para el bebé.
Las preocupaciones más frecuentes de las madres, sobre todo durante las primeras semanas o meses de lactancia, son:
  • Incomodidad y molestias. Al principio, como ocurre con cualquier habilidad nueva, para algunas mujeres amamantar puede ser difícil, estresante o doloroso. El punto fundamental es que la lactancia no debe doler. Con buena información, apoyo y práctica, la mayoría de madres superan esta etapa.
  • Tiempo invertido y frecuencia de las tomas. La lactancia materna exige tiempo y dedicación por parte de la madre. Pero ocurre lo mismo si tienes que preparar biberones. A algunas mujeres les preocupa que, debido al horario de las tomas, la lactancia no les permita ir de compras, viajar o que pueda crearles problemas en el trabajo. Si tu bebé está contigo, recuerda que la leche materna siempre está lista para consumir y no importa si pasas más tiempo fuera de casa del previsto, siempre tendrás comida para tu bebé. Y si tienes que dejarle con alguien que le cuide, siempre podrás extraerte tu propia leche.
  • Dieta. La leche materna cambia de sabor según los alimentos que tomemos, pero no es necesario tener una dieta específica durante la lactancia. Al igual que durante el embarazo, el bebé ya se ha familiarizado con los sabores de los alimentos que comemos. Pero sí es importante limitar el consumo de cafeína, sustancia que puede provocar inquietud e irritabilidad en los bebés. Por supuesto, no debemos consumir alcohol ni drogas. Una cantidad de los mismos le llegará al bebé a través de la leche materna.
  • Cirugía mamaria. Las mujeres que se han sometido a cirugía mamaria no deberían tener dificultades para producir leche si en la intervención no han sido dañados los conductos mamarios. Deberán exponer sus preocupaciones a su médico y pedir consejo a un especialista en lactancia.
  • Trastornos médicos y consumo de medicamentos de la madre. Si una mujer no está segura de si puede amamantar a su bebé porque padece determinada enfermedad o toma algún medicamento, debería preguntárselo a su médico o a un especialista en lactancia. Ante cualquier duda os recomiendo consultar e-lactancia.org web desarrollada por un equipo de pediatras que han investigado sobre el efecto de los medicamentos y algunos tratamientos sobre la lactancia materna.


Leche de fórmula
La leche de fórmula para recién nacidos está hecha a base de leche de vaca o de soja. Está específicamente diseñada para combinar las vitaminas, proteínas, azúcares y grasas que tu bebé necesita. Sin embargo, la leche de fórmula está lejos de reproducir la complejidad de la leche materna y no contiene los anticuerpos que ésta posee, no protegiendo igual contra infecciones y otras enfermedades.
La lactancia artificial permite a otros miembros de la familia o cuidadores participar de la alimentación del bebé. Una madre que alimenta a su bebé con leche de fórmula tiene la libertad de dejar al pequeño con el padre u otro cuidador sabiendo que lo podrán alimentar durante su ausencia. Pero recuerda que siempre puedes extraerte tu propia leche.

Si decides dar biberones a tu bebé, ten en cuenta la economía familiar. La leche de fórmula supone un alto coste económico.
Dar biberones conlleva mayor tiempo de preparación y de limpieza. Si el bebé tiene hambre y llora, se impacientará aún más si su comida todavía no está lista y no tiene quién le consuele mientras tú le preparas el biberón, tendrás que tenerle en brazos mientras lo preparas u oírle llorar desde donde esté. Además debes llevar siempre todo el kit (biberón, agua caliente, fórmula). Tanto como vayas a necesitar según el tiempo que vayas a estar fuera de casa.

Los cuidados que debes tener al preparar la leche de fórmula son la calidad del agua que utilizas y nunca cambiar las proporciones recomendadas por el fabricante. Cualquier cantidad de leche artificial que quede en el biberón después de una toma debe desecharse. 


Pixabay
Aunque decidas alimentar a tu bebé con lactancia artificial, tu hijo tiene las mismas necesidades y debe ser alimentado a demanda y con apego.

  • A demanda, es decir, sin horario. Debes identificar las señales de hambre para saber cuándo alimentar a tu bebé. Y aunque le hayas preparado una cantidad determinada de leche, quizás en esa toma no tenga tanta hambre y no se acabe el biberón. O quizás haya dormido un poco más de lo normal y tengas que prepararle unos mililitros de más. Aprende a escucharle, tú bebé sabe cuánta hambre tiene. Lo importante no es lo que come en cada toma, sino la cantidad total de alimento a lo largo del día. La leche de fórmula es más difícil de digerir, por lo que tu bebé puede estar periodos de tiempo más largos sin comer. Por eso no le fuerces y no le llenes demasiado.
  • Con apego. Si decides dar leche de fórmula a tu bebé, no renuncies al placer de alimentarlo. Aunque en algunos momentos otras personas puedan ayudarte en su alimentación, a tu bebé le encanta estar contigo, sentirte cerca, olerte, que le abraces. Podrás establecer un vínculo emocional con tu bebé igual de fuerte que si le dieras el pecho. Prueba a darle el biberón como si le estuvieras amamantando. Las tomas serán un momento de gran conexión e intimidad. Cógelo cerca de ti, si puede ser piel con piel mejor, con su mejilla rozando tu pecho. Y déjale que disfrute de la comida. La leche del biberón sale a más velocidad que en el pecho, el bebé tiene que tragar más rápido y casi no puede descansar para respirar, por eso, muchas veces cuando vemos a un bebé tomar el biberón decimos que “come con ansia”. Para que esto no suceda, ofrécele el biberón durante un par de succiones, deja que descanse para respirar y vuelve a ofrecérselo, de manera que imite la succión al pecho. Seguramente tarde un poco más en terminarse el biberón, pero merece la pena intentarlo. Tu bebé te lo agradecerá.

Ahora ¡tú decides!