martes, 6 de noviembre de 2018

Ideas para gestionar el enfado de tus hijos (y el tuyo)

En el post anterior hablábamos de las emociones, de cómo identificarlas y de cómo es necesario enseñar habilidades a nuestros hijos para saber manejarlas.

Hoy quiero dejaros algunas ideas para ayudar a nuestros hijos en el aprendizaje de habilidades sociales y concretamente en cómo gestionar sus enfados y, ¿por qué no?, también los nuestros, porque ya sabéis que se predica con el ejemplo y los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que les decimos.



sentimientos negativos



¿Qué podemos hacer para ayudarles en el aprendizaje de habilidades sociales?

  • Como os acabo de decir lo más importante siempre es ser modelos de comportamiento.
  • Dejar de lado las interferencias cuando hablamos con ellos y mirarnos a los ojos. Dejar el móvil y apagar la televisión mientras se habla o se come en familia. Buscar un momento al día para hablar con nuestros hijos y reunirnos toda la familia y poder compartir nuestras vivencias, emociones, sentimientos, emociones.
  • Fomentar su autonomía y no sobreprotegerlo.
  • Hacer ver al niñ@ que es muy importante pero que "el mundo no gira en tono a él/ella".
  • Establecer normas y límites claros.
  • No acceder a peticiones que vengan precedidas de rabietas o muestras de violencia o falta de respeto. Ayúdale a expresar lo que quiere, lo que piensa y lo que siente de forma adecuada. También debemos enseñarles a pedir ayuda cuando lo necesiten.
  • Enseñarle a respetar a los demás: sus opiniones, sus juguetes, su turno de palabra, su raza, su sexo, su religión...
  • Fomentando su capacidad de escucha y de atención a los demás.
  • Enseñarles a ponerse en el lugar del otro para poder entender mejor lo que sienten los demás.
  • Compartiendo momentos de ocio.
  • Decirles cuánto les queremos. Son un regalo.


Ideas para gestionar SU enfado

Qué NO hacer

•  NO te tomes la rabieta como algo personal. Su enfado no es contra ti (aunque te diga que es por tu culpa), ni su enfado es tuyo (no intentes solucionarlo tú).
•  NO pierdas el control ni te enfades con tu hijo. Enfadarte sólo va a asustar o violentar más al niño haciendo que su frustración aumente y la rabieta empeore. Transmite tu calma al niño. Saber que el problema lo tiene el niño y no nosotros suele ayudar a los padres a tomarse las cosas con más calma.
•  NO atosigues al niño y le pidas que se calme una y otra vez. Si sigue muy enfurruñado o llorando déjale que se desahogue, posiblemente necesite más tiempo.
•  NO le hagas pasar vergüenza, no le menosprecies, ridiculices ni le compares.
“El señor de la tienda te está mirando”, “Qué feo estás cuando te enfadas”, “Mira lo tranquilo que está tu hermano”
•  NO le castigues. A veces la mejor manera de solucionar las cosas no son los castigos. Lo único que nuestro hijo está haciendo mal es expresar cómo se siente y no se va a sentir mejor si se siente incomprendido y castigado. Si realmente al manifestar su frustración ha roto algo o pegado a alguien, cosa que no se puede consentir, la mejor opción es que limpie, recoja o arregle lo roto o que ayude a uno de sus hermanos o juegue con él.

Qué SÍ hacer

•  Reconoce sus sentimientos. Hazle saber que entiendes su frustración y enfado utilizando la empatía. Le ayuda a sentirse comprendido y a comprenderse a sí mismo.
“Te apetecía mucho ir al cine”, “Entiendo que te hayas enfadado mucho”
•  Explícale el porqué de tu negativa. El problema no suele venir de que el niño no entienda la situación sino de su dificultad para dominar sus emociones. Sin embargo, a veces funciona volverle a explicar los motivos y es la manera más rápida y tranquila de solucionar el enfado. “Hoy no podemos ir al cine porque papá tiene que trabajar hasta tarde y él quería acompañarnos”
•  Ofrécele otras opciones. “Podemos ir al cine este fin de semana y podemos proponérselo a los primos y si quieres hoy podemos ver en casa una película con palomitas”.
•  Quédate cerca de él. No le ignores. Debemos estar presentes, cerca suyo para que sepa que estamos a su lado y que nos importa cómo se siente. Normalmente rechazan el contacto físico, pero quédate lo más cerca de él que te permita. Si te deja, acaríciale o tómale en brazos cuando esté algo más calmado.
Pero a veces los niños enrabietados piden que sus padres les tomen en brazos y sus padres les niegan el abrazo pensando que no se lo merecen. Sin embargo, el abrazo es una petición de socorro para intentar unir los cables que la rabieta ha cortocircuitado, y dar un abrazo, si el niño lo pide o se deja es tremendamente útil. De hecho la mayoría de las rabietas de mis hijos suelen acabar con abrazos. A mi con mi hijo pequeño de 5 años me suele funcionar decirle: "Yo creo que lo que necesitas es un abrazo". Y me agacho y le abro los brazos para que se acerque a mi a abrazarnos y es realmente útil. Se calma, a veces se le pasa y otras no, pero aunque siga enfadado se siento acompañado.
•   Déjale espacio y tiempo para que se calme y exprese libremente.
• Cuando esté tranquilo, enséñale formas en que se puede calmar cuando se enfada: respirar hondo, imaginarse en un lugar que para el niño represente tranquilidad y le guste, o usar los botes de las emociones o un "emociómetro" para que pueda explicarte cómo se siente. Si tu hijo es más mayor y sabe escribir, proponle escribir cómo se siente, porque plasmarlo en papel ayuda a ordenar y aclarar los pensamientos y a ir más al fondo de la frustración. Así si no quiere hablar contigo o le cuesta, puede escribirlo cuando quiera y después leerlo tú.


Ideas para gestionar TU enfado

Lo primero de todo es estar nosotros tranquilos para poder tranquilizar a nuestros hijos en medio de una rabieta o cuando sus sentimientos negativos explotan. Pero es no es fácil, porque tendemos a explotar nosotros.

¿Por qué nos enfada tanto que ellos se enfaden?

Si el malestar, frustración, rabia o estallido de tu hijo aparece sin más, conserva la calma. Es algo que le pasa a él y necesita tu ayuda (aunque al principio la rechace).

Si es causado por algo que le has dicho o pedido, intenta entender el porqué de su enfado. Evita gritarle y corrígele con firmeza pero de forma positiva.

Si ha hecho algo malo como hacer daño a uno de sus hermanos mientras jugaban, mantén la calma y piensa qué es lo que quieres hacer y decir.

No pierdas nunca de vista cuál es tu principal objetivo en ese momento: enseñar a tu hijo formas sanas de expresar su enfado, ayudarle a calmarse, a entenderse y a superar su frustración.

Os dejo algunas ideas:

• Antes de gritar… Respira hondo, cuenta hasta 10, o aléjate un momento de tu hijo (si la situación lo permite). Esto siempre se dice y no es fácil hacerlo. Gritar es también nuestro mecanismo de defensa porque de algún modo nuestro cerebro percibe una situación de peligro. Pero, en la mayoría de los casos, gritar no es eficaz, a veces hace que se enrabieten más y se encierren más en sí mismos y con el tiempo se inmunizan frente a los gritos. 
•  Averigua qué desencadena tu enfadoAunque las cosas suceden muy deprisa, en el tiempo que llegas a la “escena del crimen” piensa qué sientes. Si sabes qué te enfada y por qué, podrás encontrar mejores maneras de cambiar la situación. Los adultos que reconocen y se responsabilizan de su enfado son más eficaces a la hora de ayudar a sus hijos a gestionar su propio enfado. A lo mejor sólo te enfada porque estás cansada o bloqueada con los problemas del trabajo y sólo quieres que estén tranquilos. A  veces, la misma cosa si estamos bien con nosotros mismos no nos enfada tanto y reaccionamos de mejor manera, mientras que si estamos cansados, agobiados o preocupados nos hace estallar. Este punto de tomar conciencia puedes practicarlo en cualquier momento, así, cuando suceda tu enfado podrás reaccionar mejor más rápidamente.
•  Intenta empatizar con tu hijo. Pregúntate: Si yo fuera mi hijo, ¿cómo me sentiría? Dile que entiendes cómo se siente y ayúdale a poner nombre a su sentimiento. También le muestras que hablar es una buena manera de gestionar el enfado y desahogarse. También puedes decirle lo que sientes tú cuando él está así.
•  Cuando eres capaz de entender tus sentimientos y los de tu hijo, es más fácil encontrar otras soluciones más adecuadas.






Y tú, ¿cómo afrontas tus sentimientos negativos y los de tu hijo?
¿Qué herramientas utilizas?


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