Hoy
voy a hablaros de las rabietas, otro tema que, junto con el de los límites, que
tratamos antes del verano, nos preocupa mucho a los padres.
¿Quién no ha visto a un niño pequeño
montar el espectáculo en la calle o en el supermercado, gritando, tirado por el
suelo o hasta pegando a sus padres porque no conseguía lo que quería?
Seguro que no sólo lo has visto,
sino que lo has sufrido más de una vez. Sin
ir más lejos mi hijo pequeño ha tenido una (o
varias) este fin de semana.
Las
rabietas son una etapa normal y necesaria en el desarrollo de los niños; pero
no todos las tienen con la misma intensidad, ni les duran lo mismo, ni les
ocurren con la misma frecuencia.
Caminaré |
He
de decir que mis hijos no han tenido nunca muchas rabietas, aunque a veces han
llegado a canalizar su frustración rompiendo cosas….
Pensando
en la rabieta que hemos sufrido este fin de semana, me he dado cuenta de lo difícil
que es, a veces, llegar a comprender el comportamiento de nuestros pequeños.
¿Cómo es posible que sólo porque él quería
echarse la bebida en su vaso se ponga de esa manera?
La
situación fue así. Le echamos la bebida suficiente para que pudiera beber sin
que se le cayera, pues un niño pequeño sentado en una silla normal suele quedar bastante bajo respecto a la mesa
en la que come y si el vaso del que tiene que beber es de tubo la cosa se
complica. Tiene que ser capaz de llegar a cogerlo y sacarlo fuera de la mesa
para poder beber cómodamente. Aun así, habiéndoselo explicado, él quiso seguir
rellenando el vaso de tubo y se le derramó. Le regañamos porque ya le habíamos
advertido varias veces y no hacía caso. Por una parte está fenomenal su
autonomía y capacidad para poder echarse él solo la bebida. Pero por otra, no
era el momento adecuado (porque no estábamos
en casa) para practicar estas habilidades. Se enfadó, se levantó y se fue a
llorar tirado en el suelo. Sé que en otros momentos no le sienta tan mal, sus
enfados son menos dramáticos, comprende las indicaciones y las lleva a cabo. Esta
vez se juntaba con que llevaba varios días no sintiéndose muy bien, comiendo
poco y con cansancio, lo cual pudo ser el detonante de su rabieta. Lo que os
quiero decir con esto es que hay muchos factores a tener en cuenta de los que
muchas veces no somos conscientes. Nosotros también somos más propensos a
enfadarnos y a tener menos paciencia cuando estamos cansados, nos sentimos mal
o hemos tenido un mal día en el trabajo.
Freepick |
Una
rabieta es el deseo de un niño enfrentado al deseo de sus padres o de un
adulto. Como el niño tiene unas ideas y unas razones muy importantes para él y como
no entiende qué pasa, se ofusca y estalla emocionalmente.
Pixabay |
Cómo ayudar a tu
hijo a gestionar sus rabietas
Cuando nuestro hijo
tiene una rabieta, ¿qué debemos hacer?
Seguro que lo has
intentado todo: no hacerle caso, no ceder, consolarlo, hacerle comprender y
razonar con él los días que has tenido más tiempo y más paciencia, los días que
estás cansada le habrás dado un grito porque no puedes más, otros habrás tirado
del carro porque tiene que dar tiempo a llegar a hacer la siguiente cosa del
día… Pero seguro que la mayoría de las veces te desborda tanto la situación que tú también estallas.
Pero estoy segura
de que eres consciente y sabes que hay cosas que funcionan mejor que otras
y que influye cómo tú manejas la situación.
Cuando nuestros
hijos tienen una rabieta es porque tienen dificultades para dominar sus
emociones y no son capaces de controlar su frustración. Esta es la labor en la
que tenemos que ayudarles.
Cuando les
ignoramos, les mandamos a su cuarto o les castigamos sin más no les estamos
ayudando a aprender a resolver esa situación en la que se encuentra. Y si
nosotros ante estas situaciones perdemos siempre la calma y nos ponemos a
gritarles tampoco les ayudamos, nos estamos poniendo en la misma actitud que
ellos.
¿Cómo les vamos a ayudar a controlarse si nosotros no somos capaces?
No debemos
precipitarnos a resolver su enfado dándoles lo que quieren porque no les estamos ofreciendo las herramientas que necesitan para tolerar la frustración y la decepción.
El aprendizaje que un niño hace de las
rabietas, si está bien acompañado, es empezar a darse cuenta de lo que siente,
ponerle nombre, aprender estrategias para gestionar sus sentimientos de enfado
y frustración y ver qué estrategias funcionan bien para él.
En el post sobre “Cómo gestionar los sentimientos negativos” os
daba algunas herramientas para gestionar nuestro enfado y el de los pequeños.
Aquí os vuelvo a compartir una tabla con ideas de qué es mejor hacer y que no
hacer en estas ocasiones.
RABIETAS
|
|
SI
|
NO
|
Reconoce
sus sentimientos.
Hazle
saber que entiendes su frustración y enfado utilizando la empatía. Le ayuda a
sentirse comprendido y a comprenderse a sí mismo.
|
NO te
tomes la rabieta como algo personal.
Su enfado no es contra ti (aunque te diga que es por tu culpa),
ni su enfado es tuyo (no intentes solucionarlo
tú).
|
Explícale
el porqué de tu negativa.
El
problema no suele estar en que el niñ@ no entienda la situación, sino en su
dificultad para dominar sus emociones.
Sin
embargo, a veces funciona volver a explicarle los motivos, siendo la manera
más rápida y tranquila de solucionar el enfado.
|
NO pierdas
el control ni te enfades con tu hijo.
Enfadarte
sólo va a asustar o violentar más al niño haciendo que su frustración aumente
y la rabieta empeore. Transmite tu calma al niño. Saber que el problema lo
tiene el niño y no nosotros suele ayudar a los padres a tomarse las cosas con
más calma.
|
Ofrécele
otras opciones.
Le hará salir de su obstinación y cabezonería.
|
NO atosigues
al niño y le pidas que se calme una y otra vez.
Si
sigue muy enfurruñado posiblemente necesite más tiempo.
|
Quédate cerca de él. No
le ignores.
Debemos
estar presentes, cerca suyo para que sepa que estamos a su lado y que nos
importa cómo se siente. Normalmente rechazan el contacto físico, pero quédate
lo más cerca de él que te permita.
Si
te deja, acaríciale o tómale en brazos cuando esté algo más calmado.
A
veces los niños enrabietados piden que sus padres les tomen en brazos y sus
padres les niegan el abrazo pensando que no se lo merecen. Sin embargo, el
abrazo es una petición de socorro para intentar unir los cables que la
rabieta ha cortocircuitado, y dar un abrazo, si el niño lo pide o se deja es tremendamente
útil.
|
NO agarres o sujetes al niño.
Los gritos y las pataletas son la manera
natural que tiene el cerebro del niño de descargar la tensión
emocional y calmarse. Si intentas sujetarle estarás impidiendo el
mecanismo natural de descarga y sólo conseguirás que el niño se frustre y
enfurezca más.
|
Déjale
espacio y tiempo para que se calme y exprese libremente.
|
NO le
hagas pasar vergüenza, no le menosprecies, ridiculices ni le compares.
|
Pon los
límites que sean necesarios a la situación.
Hay
cosas que nunca debemos consentirles en ninguna situación como pegar, tirar
objetos o romperlos. En estas circunstancias debemos contenerlos.
|
NO
le castigues.
A veces la mejor manera de solucionar las cosas no
son los castigos. Lo único que nuestro hijo está haciendo mal es expresar
cómo se siente y no se va a sentir mejor si se siente incomprendido y
castigado. Si realmente al manifestar su frustración ha roto algo o pegado a
alguien, cosa que no se puede consentir, la mejor opción es que limpie,
recoja o arregle lo roto o que ayude a uno de sus hermanos o juegue con él.
|
Cuando esté tranquilo, enséñale
formas en que se puede calmar
cuando se enfada:
Respirar hondo,
imaginarse en un lugar que le guste y para el niño represente tranquilidad.
Proponle dibujar o, si es más mayor, escribir cómo se siente, porque plasmarlo en papel ayuda a ordenar y aclarar los pensamientos y a ir más al fondo de la frustración. Así si no quiere hablar contigo o le cuesta, puede escribirlo cuando quiera y después leerlo tú. |
Además debemos reconsiderar nuestras razones para decir no. Muchas veces decimos NO
a cosas que no tienen un motivo real para prohibirlas. Les ponemos miles de normas
y constantemente les estamos diciendo que NO a todo. Esto es agotador para
nosotros y para ellos. Si, en alguna ocasión, su petición es legítima, podemos
ceder (pues la persistencia, en ocasiones, es buena y adecuada). ¿Por qué no comer un trozo de pan a la
salida del cole? ¿Por qué no pararnos a contemplar la mariposa que se acaba de
posar sobre un banco?
Pero si decidimos mantenernos firmes y se produce una rabieta
deberemos acompañarles de la mejor manera posible, con todo el amor del mundo
sin intentar imponerles nuestros criterios “porque
sí”.
¿Preparados para la próxima
rabieta?
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¡hola! yo intento "dejarle aire", que saque el enfado lo antes posible, le digo que cuente hasta tres (no lo hace, pero a veces lo intenta), me funciona bien distraerle con algo que no tenga que ver... y kilos de paciencia.. es verdad que si te pones nervioso, es peor.. ¡ah! y pasar de comentarios y miradas de espectadores, que a veces la gente es de lo menos comprensiva.. ¡besos!
ResponderEliminarGracias Miren. Mucha paciencia y dejarles espacio es muy importante. Y por supuesto no hay nada peor que los comentarios ajenos. A ellos no hacerles caso o responderles educadamente pero siempre en apoyo de nuestro hijo restando importancia a la situación. Justo el otro día en la puerta del cole una pequeña en plena crisis y 4 adultos opinando, juzgando y comparando. ¿Cómo nos sentiríamos nosotros en una situación así? Seguro que bastante mal y no haría que se pasase antes nuestro malestar.
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