Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer.
Durante toda la semana se están
realizando actos, entrevistas, programas y todo tipo de actividades relacionadas
con nosotras, las mujeres, muchas de ellas abanderadas desde el feminismo.
Según la RAE (Real Academia de la lengua Española), “feminismo es la ideología que defiende que las mujeres deben tener los
mismos derechos que los hombres”. Aunque
estoy completamente de acuerdo con esta definición, percibo en la palabra feminismo cierta connotación negativa y veo un poco
beligerantes muchas de las reivindicaciones que se hacen por esta causa. Es
cierto que vivimos en una sociedad en la
que ha predominado a lo largo de toda la historia el machismo y el patriarcado
y en la que las mujeres hemos sido menospreciadas y dejadas de lado en ciertas
esferas de la vida. Por eso, creo que más que lucha por el feminismo tenemos
que luchar contra el machismo, pero ir mucho más allá y luchar por el respeto a
la dignidad de todos los seres humanos independientemente
de su edad, raza, cultura o religión, porque todos tenemos el mismo valor como
personas, un valor infinito.
Yo como madre de tres varones,
siento la responsabilidad de educarles en el valor de la persona en general (y de la mujer en particular), en el
respeto y en el diálogo, para poder entender y valorar al otro y no reaccionar
contra él.
Siento la responsabilidad de
educar a mis hijos valorando a la mujer por el inmenso tesoro que poseemos al
ser capaces de engendrar vida dentro de nosotras y proporcionar su sustento los
primeros años de vida.
Tenemos la responsabilidad de
educar a nuestros niños para que vean en cada persona un bien, una posibilidad,
un regalo. Y tenemos que enseñarles que nuestro valor como personas hace que
seamos iguales en derechos y oportunidades.
Sin embargo, a veces luchando por
la igualdad corremos el riesgo de olvidarnos de que mujeres y hombres somos
diferentes y caer en la mentira de la uniformidad. Somos diferentes genética,
biológica, psicológica y emocionalmente, y hay cosas en las que nunca podremos
ser iguales por mucho que nos los quieran vender. Pero no hay que ver esto como un menos, sino como un más. Nos complementamos y nos necesitamos los
unos a los otros (aunque tengamos la tentación de ser independientes y
autosuficientes).
En el último siglo, las mujeres hemos avanzado y
dado muchos pasos, alcanzando grandes metas. Hemos podido estudiar, acceder a
la universidad y a puestos de trabajo que antes estaban reservados a los
hombres y hemos alcanzado puestos de éxito y liderazgo, demostrando nuestra
valía y capacidad.
Pero hemos querido parecernos tanto a los hombres,
que ahora, nuestra gran diferencia y principal característica, poder ser madres
(dar vida y amamantar a nuestros hijos), es penalizada, percibida como una
condena o una esclavitud. ¿Queremos
trabajar? Perfecto, pero como hombres. Y si quieres trabajar y ser madre lo
vas a tener muy difícil. Las bajas por maternidad no son lo suficientemente largas
como necesitaríamos nosotras y nuestros hijos, y si decides coger una
excedencia o una reducción de jornada, en muchas empresas eres mal vista o hasta
despedida. Y si renuncias a tu trabajo y te quedas en casa eres anticuada y
hasta llegan a considerarte un lastre para el “feminismo”.
Tenemos que seguir avanzando para
que la maternidad se valore y se proteja. Pero también debe valorarse la
paternidad. Los hombres también tienen que conciliar.
¿Cómo les vamos a exigir reparto de
tareas y estar con los niños si sus trabajos son de sol a sol?
Penalizar a las familias por
tener hijos, de los que depende nuestro futuro, me parece tremendamente injusto.
Debemos poder elegir en un marco de igualdad y de posibilidades, con ayudas a
las madres y a las familias. Se nos debe dar la posibilidad que merecemos de
poder trabajar, pero también de poder estar con nuestros hijos sus primeros
años de vida, en el que las madres somos tan importantes (los padres también,
pero de diferente manera, aunque no queramos reconocerlo, y esto da para otro
post…).
Bajas por maternidad de al menos
6 meses, bajas por paternidad de mayor duración (ambas personales,
intransferibles e irrenunciables), horarios flexibles, reducciones de jornadas,
teletrabajo, guarderías en las empresas, etc. Porque un trabajador valorado es mucho más productivo y eficaz en su trabajo.
Mujeres de todo el mundo, os felicito por tantos
logros, por tantas metas alcanzadas y por todo el camino recorrido (y el que aún
tenemos que recorrer); pero que no nos la cuelen con tanta igualdad,
somos
únicas, irrepetibles y
con un valor inmenso.
Es una fecha en la que se mezcla todo lo que cada cual interpreta que se puede celebrar, festejar o reivindicar. Así que cada uno podría hacer su propia interpretación del día de la mujer... Yo comparto lo que dices y doy gracias a la vida de ser mujer en este lugar y en este momento de la historia a pesar de todo lo que aún se puede mejorar.
ResponderEliminarGracias Verónica. Tienes toda la razón. Somos afortunadas.
EliminarGracias María es lo mismo que pienso, excelente artículo para mi!!!!!
ResponderEliminarGracias Lissette. Como decía Verónica en el comentario anterior, hay muchos aspectos para hablar de la mujer y su lugar en el mundo. Yo he abordado algunos desde mi experiencia personal. En la sociedad se abordan esos y otros, pero a veces de forma demasiado agresiva, pues se puede y debe reivindicar, pero sin ofender al otro. Y ahora se habla d mucha tolerancia pero si opinas como yo, sino parece que no vale. Dialoguemos con el que no piensa como nosotros y no nos pongamos a la defensiva!
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