El domingo fue mi cumpleaños y quería compartir
con vosotros un regalo que me hicieron. Por supuesto, el mejor regalo es
sentirse querido a raudales y poder disfrutar del día juntando a comer a toda la familia (¡toda al completo!, abuelos, tíos y primos
por ambas partes).
¡¡Un verdadero regalo!!
Pero, al final del día, llegó un regalo inesperado, una
herencia en vida, un tesoro recuperado. Un retablo con una Virgen de la leche. Un regalo de una tía, herencia familiar.
Como apunte, me gustaría que os fijarais que, en la mayoría
de los cuadros antiguos que representan lactancias, los niños no son bebés, son
más bien mayorcitos, tanto que ellos son los que agarran el pecho a la madre
(como el de este cuadro), están sentados en las rodillas de su madre o
adoptan posturas de lo más peculiar. Mi regalo me gustó especialmente, porque a
mi tercer hijo le gusta agarrar el pecho como a este Niño Jesús, en plan
sandwich.
Con este cuadro quiero dar inicio a una sección de Lactancia en el arte. Porque el arte es
otra de mis pasiones, y cada vez que voy a algún sitio y veo una Virgen dando
el pecho me emociono y le hago una foto para mi colección.
¿Por qué, en la actualidad, ver a una madre dando el pecho en público
está mal visto y hasta parece obsceno cuando es lo natural y lo que lleva
haciéndose miles de años? Si en la antigüedad no tenían problema de
representar al Niño Jesús y a la Virgen en esa unión tan especial madre e hijo,
¿qué tenemos que oponer nosotros?
Os invito a colaborar
en esta sección mandándome fotos de Lactancia en el arte (por supuesto de buena calidad y citando la fuente) para poder
completar este pequeño museo particular.
Querida María: me voy a hartar de mandarte fotos de Vírgenes de la leche. Siempre que veo una, le saco una foto! Besos, Paloma
ResponderEliminarSerá estupendo. ¡Creemos un mini-museo!
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