Seamos o no creyentes en Navidad celebramos el nacimiento del Niño Jesús.
¿Alguna vez os habéis
parado a pensar en cómo sería
el embarazo y el parto de la Virgen María?
Para felicitaros la Navidad yo os lo quiero contar de
la manera en la que yo me lo imagino…
La Virgen María era muy joven cuando se
quedó embarazada. Debía ser una joven fuerte y valiente. Embarazada de unos pocos
meses recorrió un largo camino (tramos a pie, en burro o en carro) para visitar
a su prima Isabel que también estaba embarazada. Seguramente la finalidad de la
visita fuera para recibir consejo y acompañarla en su embarazo, tan inesperado
y sorprendente como el suyo. Este largo camino (María vivía en Nazaret y su
prima cerca de Jerusalén), seguramente lleno de dificultades y peligros lo recorrió
ida y vuelta, sola y embarazada. Y cuando ya estaba en la recta final de su
embarazo, San José le dice que tienen que irse a Belén a empadronarse. Más de
160 km de viaje en burro, lo que supondría varios días de camino, quizás más de
lo habitual, pues tendrían que hacer frecuentes paradas para que María
descansara.
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Película Natividad |
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Google maps |
¿Quién de nosotras, madres, somos capaces
de hacer los esfuerzos
que tuvo que hacer la Virgen en su estado?
Por si no había tenido suficiente con
llegar a Belén, agotada y con contracciones de parto, no encuentran dónde
hospedarse. Mucha gente ha llegado antes que ellos para censarse. Imaginaros
cómo se sentiría San José. Cansado, preocupado, angustiado. Su mujer va a dar a
luz y no tiene un lugar digno para acomodarla. A duras penas encuentra un
establo, una cueva, en definitiva, un lugar resguardado, donde descansaban los
animales, con paja y algo de leña. Amontonaría un poco de paja y pondría una
manta a modo de cama para que María se tumbara y descansara mientras sentía que
el nacimiento de su Hijo estaba cerca. San José le acompañaría discretamente. Cerca
de María, disponible, pero lo suficientemente alejado para dejarle a ella
concentrarse en su alumbramiento. Prepararía una hoguera para dar luz y calor,
iría a buscar a una partera, iría a por agua y a pedir paños y víveres a los
lugareños.
María, expectante pero tranquila, segura
de que el momento ya había llegado. Confiada en que todo iba a salir bien.
Concentrada en su respiración, en su cuerpo, en su Hijo. Ofreciendo ese dolor
por Amor.
Quizás San José llegó con la partera
cuando Jesús ya había nacido. Quizás San José estaba cerca porque no había
nadie que pudiera ayudarles y se acercó a María cuando oyó al bebé recién
nacido.
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Película Natividad |
María cogió a su hijo y lo puso en su
regazo, piel con piel, abrazándolo mientras lo cubría con su ropa. Ambos, recostados,
se miraron, se sintieron, se reconocieron, enamorándose el uno del otro.
¿Hay algún acto de amor mayor?
Jesús llegó al mundo en el mejor lugar
donde podía encontrarse, en brazos de su madre, no necesitaba nada más, sólo su
calor, su olor, seguir oyendo el latido de su corazón. Poco a poco Jesús fue
buscando su alimento. Movió su cabecita, apoyó sus manitas y encontró el pecho
de su madre. Jesús tomó el calostro de su mamá hasta que ambos se quedaran
profundamente dormidos. San José, estaría cerca contemplando esa bella escena
llena de ternura.
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Cedida por Laura (Instagram: es_vixdrawz) |
Todo sería silencio y contemplación.
Ternura y amor.
Todos los que llegaban a adorarle
quedarían en silencio, contemplando desde una distancia prudencial, sin
atreverse a interrumpir. San José recibiría los presentes y las felicitaciones.
Contemplemos nosotros a este Niño que
llena de alegría nuestras vidas.
¡¡FELIZ NAVIDAD!!