lunes, 27 de junio de 2016

¡ESTAMOS DE VACACIONES!

Hoy escribo para deciros que el blog estará "Cerrado por Vacaciones".

Como imaginaréis, con los niños en casa cuesta tener un rato tranquilo para dedicarlo a escribir. Si en algún momento tengo algún rato, prometo escribir, ideas no me faltan.

Pero creo importante estar con ellos, relajarme y disfrutar. Así que nos pasamos el día jugando y fresquitos en la piscina, y yo sin pretensión de hacer las mil cosas que dejo por hacer. Porque no quiero que estar con ellos 24 horas sea una carga, como oyes a la puerta del colegio las semanas antes de que den las vacaciones y como se pone de manifiesto en las despedidas el último día de cole. Cuando oyes frases como "bendito colegio" o "qué bien están en el cole, ya podían estar todo el año" o mamás que te dicen que el año pasado se cogieron vacaciones para poder estar con ellos y lo pasaron fatal, cansadas, aburridas de no saber qué hacer y de los nervios, que este año les apuntan a un campamento para que no molesten. Y yo lo entiendo, no digo que no, pero oir cosas así me parece dramático. ¿Nadie nos dijo que tener hijos era duro? Sí, lo es y mucho, pero es cuestión de actitud y de AMOR. 

Es cierto que estar con los niños todo el día es cansado, muy cansado, física y psicológicamente, sobre todo si quieres educarles bien, tener paciencia, ser amorosa y dejar de gritar (época muy propicia para que te saquen de quicio y grites más, pero tengo que decir que estamos mejor que nunca). 

¿Cuántas madres y padres querrían poder estar todo el verano de vacaciones con sus hijos descansando y disfrutando y tienen un auténtico quebradero de cabeza para cuadrar horarios, vacaciones, abuelos y campamentos?

No dejes de descubrir nuevos parques, nuevos rincones de tu ciudad, de ir a la piscina, al río, a la playa, de dar paseos por la montaña y sobre todo de DISFRUTAR CON TUS HIJOS. Hay muchas cosas sencillas que se pueden hacer y que harán que os sintáis de vacaciones. 






viernes, 17 de junio de 2016

No me grites, que no te escucho

Como os contaba en el post anterior, gritar no funciona, sólo hace que las cosas se salgan de control.
Cuando grito a mis hijos y obedecen, no lo hacen porque hayan aprendido, sólo consigo que acaten órdenes. Incluso gritando, muchas veces tampoco consigo que hagan caso, porque se acostumbran a que les grites y te escuchan aún menos.

¿Pensáis que los gritos son el reflejo de nuestro fracaso como padres y educadores? Yo creo que en cierta manera sí, pues muestran que estamos desbordados y no sabemos cómo actuar.

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Pero el problema no son sólo los gritos. A veces sin gritar decimos cosas que no deberíamos decir, sin darnos cuenta del daño que les hacemos (a cualquier edad, pero sobre todo cuando son pequeños). Somos violentos verbalmente, les insultamos, les amenazamos, les menospreciamos o les ignoramos. Esto, aunque suena duro decirlo, es maltrato psicológico, y lo hacemos más de lo que creemos. Pegar está mal visto, pero decir a tu hijo “eres tonto”, “eres un vago”, “no haces nada bien”, etc. deja huella en su personalidad. Podéis leer este artículo: Los gritos también dejan huella en la personalidad de los niños.

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No quiero que mis hijos sean buenos y obedientes porque hacen lo que yo les digo y como yo quiero. Porque serán adultos sumisos que no se cuestionarán el por qué de las cosas. Quiero que sean responsables de sus actos, que sepan por qué hacen las cosas, por qué es mejor de una manera que de otra y no porque lo digo yo. Ya tendrán tiempo de encontrar en la vida personas menos tolerantes e irrespetuosas. Entonces sabrán lidiar con ellos o, por lo menos, tener claro que no merecen ser tratados así.

No voy a decir que no gritar es fácil, pero creo que se puede. Seguramente en este “camino sin gritos” alguno se escape de vez en cuando, a veces puede ser irremediable y justificado, pero lo que no puede es convertirse en algo habitual.

Hay que conseguir ser creativo y buscar alternativas y estrategias.

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Todos conocemos a algún padre o madre que nos gusta cómo se relaciona y trata a sus hijos, que muestra gran paciencia y que nos hace pensar "me gustaría ser como él". Preguntémosle cómo hace o pasemos más tiempo con ellos para aprender.

Y yo, ¿qué puedo hacer?
1. Elige 2. Arriesga 3. Cambia
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Lo primero que debemos hacer es ser conscientes de que queremos cambiar. Por eso debemos comunicárselo al resto de la familia, incluidos los niños. Así podrán ayudarnos a calmarnos en los momentos en que comiencen nuestros enfados.

A mis hijos les he pedido que cada vez que mamá comience a enfadarse mucho vengan a abrazarme. Así me doy cuenta de lo mucho que nos queremos y de que no quiero ser un mal ejemplo para ellos. Cuando las cosas que tienen que hacer son rutinarias, les digo que (como saben lo que tienen que hacer, no son sordos y entienden lo que mamá les dice) mamá sólo va a repetir las cosas una vez. No es necesario repetirlas ni llegar a los gritos. Así, cuando les he pedido algo y todavía no lo han hecho, empiezo a contar hasta tres en voz alta, dándoles tiempo para que se pongan a hacerlo.

Pero si aun así me dan ganas de gritar cuando mis hijos no escuchan o no obedecen, paro un segundo, respiro profundo, y pienso que sólo tiene 2 años (o los que sean), que solo es un niño y que seguramente no lo hace aposta. A veces se puede necesitar ir a otra habitación un momento a recuperar la calma. Podemos pensar que “por lo menos” ha sido eso y no otra cosa, que podía haber sido peor, como cuando tira toda la bolsa de cereales por el suelo porque quería echárselos solito. “Por lo menos” sólo ha sido eso, quería ayudar y ser mayor. Es mejor ayudarles a barrer los montones de cereales que cubrían el suelo en vez de lanzarles un grito exasperante.

Otra cosa importante es ponerse a su altura para hablarles. Siempre es mejor cuando la gente que nos habla nos mira a los ojos y no desde arriba: arrodillémonos para hablarles a su altura, mirémosles a los ojos, y no les digamos las cosas a gritos desde otra habitación.
Una cosa que se me ocurre, pero que no he puesto en práctica, es usar un silbato cada vez que no podamos más y queramos gritar (tipo Sonrisas y lágrimas). Aunque puede resultar algo atronador y militar.

Para saber cómo vamos consiguiendo nuestro propósito podemos llevar un cuaderno donde vamos anotando si gritamos y qué nos hace gritar para empezar a identificar los motivos. Para mí es más sencillo hacer un calendario en el que voy poniendo puntos de colores como un semáforo que me indica los días que no grito (verde), los días en los que hay algún grito, pero controlado y consciente (amarillo) y los que exploto sin mesura (rojo). Si lo ponemos en un lugar visible iremos viendo nuestros progresos.

Y es fundamental intentar descansar, dormir bien, hacer ejercicio, cuidar la relación con mi marido y con los amigos y relativizar, es decir, no todo tiene que estar perfecto. 

Cuidar de mí no sólo me ayuda a no gritar, sino también me hace disfrutar más de la relación con mis hijos (y con mi marido), ser más amorosa y estar más feliz. 

Y siempre, pedirles perdón. Pedir perdón no nos quita autoridad, muestra que mamá y papá también se equivocan, que estamos aprendiendo, que realmente nos importan y que queremos quererles bien. Además damos ejemplo y les enseñamos a pedir perdón y a perdonar.

Aunque a veces grite más de lo que debo o quiero, ser consciente de ello y comunicárselo a mis hijos hace que ellos me muestren su amor y su comprensión.

Quiero que mis hijos sigan pensando que soy la mejor madre del mundo y que les quiero y estoy con ellos siempre, hasta cuando se equivocan.


¿Te animas a dejar de gritar? Nunca es tarde para intentarlo. La convivencia será mejor y ellos te lo agradecerán.







miércoles, 15 de junio de 2016

¡NO MÁS GRITOS!

Hoy quería contaros sobre mi nuevo propósito.
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Últimamente siento que me he convertido en una gritona. Yo nunca había sido así, consideraba que tenía bastante paciencia, pero cada día me cuesta más encontrarla y la poca que tengo la pierdo con facilidad. Nadie ha dicho que tener 3 niños pequeños sea fácil, pero a veces me siento lejos de ser la madre amorosa y comprensiva que quiero ser para ellos. Creo que el hogar debe ser un lugar de paz, en el que dé gusto estar, y no el sitio al que no quieres llegar porque no se hace más que regañar y gritar.
He de decir que no es que haya llegado a un punto preocupante, pero no quiero que se convirtiera en la dinámica diaria de la relación con mis hijos. No quiero educarles ni tratarles así. A mí no me gusta que otras personas me griten ni sean irrespetuosas conmigo, por eso yo no trato así a los demás.
¿Por qué entonces dentro de casa y con los niños a veces exploto? 
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Es cierto que, como dice el dicho, donde hay confianza da asco, porque puedes ser tú mismo y sacar lo mejor y lo peor de ti. Pero eso no justifica ciertos comportamientos. Mis hijos son mi público más importante. Son esponjas que aprenden, sobre todo, lo que ven y como les tratamos.
¿Qué hacen mis hijos para que yo pierda tanto la paciencia?
¿Por qué me pasa algunas veces y otras no?

No hacen nada que no hagan habitualmente, realmente no son cosas graves que supongan una crisis familiar: derramar el vaso de leche en el desayuno, romper algo, dejar todo desordenado, ser “cabezotas”, no escuchar lo que les pides que hagas y, por supuesto, no hacerlo nunca a la primera…
Mi problema es la pretensión de querer que sean como yo quiero y que hagan lo que yo quiero de la manera que yo lo haría.
Al igual que yo, mis hijos tienen días buenos y días malos. Son niños que todavía están aprendiendo, están creciendo. Las cosas que hacen son cosas de niños, descuidos, percances, la mayoría de las veces no intencionados. Cometen fallos igual que yo. Y si yo, que soy adulta, no siempre sé controlar mi carácter, mi genio y mis gritos, ¿cómo lo van a hacer ellos que todavía están aprendiendo? Mis hijos son personas independientes a mí, que tienen su forma de ser y su carácter. Quizás no pueda controlar todas sus acciones ni reacciones, pero sí puedo controlar las mías. Lo bonito es poder ayudarnos mutuamente y aprender juntos.
Identifico claramente mis épocas comprensivas y pacientes de las que me sale el grito fácil y descontrolado.
¿Cuáles son las épocas o momentos en los que estoy más irascible?

Son épocas en las que el cansancio, dormir mal, las obligaciones, los problemas cotidianos, pensar todas las cosas que me quedan por hacer, el estrés, la búsqueda de perfección, querer trabajar estando ellos en casa, las distracciones como el móvil, esa época de mes, etc. hacen que la paciencia escasee, quieras que molesten poco, hagan las cosas rápido y bien (vamos, como tú quieres) y que se vayan pronto a dormir.
Me doy cuenta que, la mayoría de las veces, yo soy el problema, no mis hijos, porque entiendo que son niños y, en general, soy paciente y comprensiva. Pero cuando te toca un hijo “persistente”, quieren ser “mayores” y “hacer las cosas solitos” (¿no tenemos que favorecer su autonomía?), no hacen más que pelearse o chincharse o llevas 5 veces pidiéndole la misma cosa (no gritando desde la cocina, despacito, por las buenas porque es lo que toca hacer en ese momento) y sigue sin hacer caso, algo dentro de mi (y supongo que dentro de todos vosotros) no puede más y pega el grito de ¡¡¡TODAVÍA no te has vestido!!! o ¡¡¡qué te vistas YA!!! o ¡¡¡BASTA!!!


Gritar no está bien. Al gritar se impide la comunicación y te distancias. Cuando controlas tus reacciones te sientes capaz de reaccionar ante los descuidos de tus hijos de una manera mucho más calmada, comprensiva y razonable. Tenemos que entender que a pesar de ser pequeños merecen respeto igual que los adultos. Tratarles mal puede hacer que se sientan inferiores ahora y en el futuro.

En el próximo post os cuento los efectos negativos que tiene para los niños gritarles y cómo voy a intentar dejar de gritar.




domingo, 12 de junio de 2016

Proyecto Miriam

El jueves 2 de junio una amiga me invitó a acompañarle a un encuentro mensual del Proyecto Miriam que realizan en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción de Parla.

El Proyecto Miriam, promovido por el COF (Centro de Orientación a la Familia) de Parla, se basa en el acompañamiento de madres en riesgo de aborto y abandono. Ayuda a madres adolescentes, solas, sin recursos o con problemas familiares (maltratos, abandonos, etc.).

Lo que nos encontramos al llegar allí fueron más de 20 mujeres embarazadas o con sus bebés de diferentes nacionalidades, culturas y religiones (españolas, brasileñas, marroquíes, africanas). Realmente un lugar de acogida, encuentro y acompañamiento de la persona sin hacer distinción.

© CAMINARÉ

Ellas deciden seguir adelante con su maternidad por voluntad propia, pero están solas y desasistidas. Necesitan cariño, esperanza y mucha ayuda.

Estos encuentros se realizan el primer jueves de cada mes. En ellos les proporcionan pañales, ropa de bebé y sobre todo compañía.

Hace año y medio Laura acudió al Proyecto Violeta* por un problema de violencia de género que tuvo con su ex pareja. Cuando se quedó embarazada de su hijo, una compañera del Proyecto Violeta le dijo que fuera con ella al Proyecto Miriam para preguntar si le podían ayudar en su embarazo y cuando naciera su bebé.

© CAMINARÉ
En el Proyecto Miriam conoció a Pablo, el párroco de la iglesia donde se reúnen. “Pablo es una bellísima persona, porque sin conocerte de nada se preocupa muchísimo por ti e intenta ayudarte en todo lo que está en su mano; al igual que el resto de las personas que colaboran allí”. “El otro día llevaba sin ir varios meses y me recibieron como si hubiera vuelto la reina, con los brazos abiertos y muy contentos de que volviera”.

Laura me cuenta que lleva poco tiempo acudiendo al Proyecto Miriam. Me dijo “de lo poco que conozco puedo decir que son bellísimas personas, porque es una gran ayuda poder hablar y desahogarte con alguien. Intentan hacer cosas que nos vengan bien, como, por ejemplo, traer a alguien que nos ayude a dar el pecho (también les recomiendan acudir a Parlacta**), a portear, o simplemente darnos un apoyo emocional para sentirnos mejor con nosotros mismos, que viene muy bien”. “A mi parecer, lo más importante, es la ayuda emocional que te dan. No sólo cuando llegas por primera vez, siempre eres uno más y te sientes ayudado y arropado en cualquier momento. Sabes dónde tienes que ir a buscar ayudar”.

© CAMINARÉ
Alicia (matrona), Leticia (otra amiga) y yo fuimos para acompañarlas, para ofrecerles un poco de nuestro tiempo y también de nuestro saber hacer en maternidad. Lo que más me gusto fue lo contentas y agradecidas que estaban esas mujeres de que estuviéramos allí.

Alicia les dijo que cuando empezó a pensar de qué podía hablarles, al principio cayó en la tentación de contarles todas las cosas beneficiosas que podían hacer para ahorrar: la lactancia materna es el mejor alimento y es gratis, la posibilidad de usar pañales de tela y hacerlos nosotras mismas, etc. Pero se dio cuenta que esas mujeres que tenía delante, tienen el mismo deseo de felicidad y de bien para ellas y para sus hijos que cualquier madre; por eso, no les iba a hablar diferente a ellas que las madres a las que atiende en la consulta.

Muchas veces vivimos absortos en nuestras cosas, en nuestros problemas, y la queja y el peso de la vida nos desbordan. No nos damos cuenta que hay gente mucho más necesitada que nosotros, con una vida llena de drama, pero con el mismo deseo que nosotros de ser felices y de estar acompañados en la vida. Por eso, son necesarios lugares y proyectos como éste que acogen y abrazan a todos, y que a nosotros nos hacen salir de nuestra comodidad aprendiendo a valorar lo que tenemos y poniendo al servicio de los otros un poco de nuestro tiempo y compañía.


«Por favor, no miréis la vida desde el balcón, sino comprometeos, sumergíos en el amplio diálogo social y político» (Papa Francisco en Florencia, 10 noviembre 2015).

Ocuparse del bien de todos en una administración local es un bien en sí mismo, porque significa contribuir a hacer de nuestras ciudades una casa habitable para todos y cada uno (Del manifiesto "La política es un bien", Comunión y Liberación, 4 mayo 2016)


Por eso sólo puedo daros las ¡Gracias!



* El Proyecto Violeta de la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Parla (Madrid), cuyo punto de encuentro es el centro “Dulce Chacón”, es un programa (único en la región y en colaboración con la Comunidad de Madrid) cuyo objetivo es ayudar a mujeres víctimas de malos tratos a recuperar su autonomía.



miércoles, 8 de junio de 2016

ASIA

En el mundo asiático encontramos muchas estampas y grabados costumbristas. Aquí podemos ver algunos en los que, inmersos en la escena cotidiana, vemos a madres lactando (como lo más normal del mundo, como debe ser).


Escena popular entre los árboles (detalle). S. XVI
Kano Hideyori. Museo Nacional de Tokyo. Japón.

Celebrando el nacimiento de un niño. Miniatura. s.XVII.
Escuela de la India.  Museo Nacional de Escocia. Edimburgo. Reino Unido.


Destaca Kitagawa Utamaro (h. 1753-1806), pintor y grabador japonés, considerado uno de los mejores artistas de grabados. Es uno de los pintores japoneses más conocidos y valorados en Occidente. Su obra llegó a Europa a mediados del s. XIX, donde se hizo muy popular, disfrutando de especial aceptación en Francia. Influyó a los impresionistas europeos.
En su obra destaca la gracia y elegancia de los diseños, el delicado tratamiento que realiza de los personajes y de su expresión. Se le conoce especialmente por sus composiciones de mujeres, de las que destaco estas de madres lactantes. Aparecen haciendo sus labores cotidianas, lactando a bebés y a niños más mayores.


Imagen de barco (tesoro de niño). Utamaro Kitagawa. 1773-1806.
Xilografía en color. Museo de Bellas Artes. Nancy, Francia

La madre y el niño. Utamaro Kitagawa. h.1790.
Metropolitan Museum of Art. Nueva York (obra no expuesta)

Joven madre amamanta a su hijo. Kitagawa Utamaro.
Metropolitan Museum of  Art. Nueva York (obra no expuesta)

Madre amamantando a su hijo delante de un espejo. Utamaro Kitagawa. 1797.
Museo de Bellas Artes. Boston. EEUU.
La madre y el niño. Utamaro Kitagawa. h.1793.
Metropolitan Museum of Art. Nueva York (obra no expuesta)

La alimentación. Utamaro Kitagawa. 1801-1803.
Grabado. Museo Guimet. París . Francia


Fuentes:

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/utamaro.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Utamaro
Facebook: Photos et documents d´allaiment à travers les âges.